Cada vez resulta menos extraño
ver imágenes de jugadores de baloncesto dejando fuera de su boca los
protectores dentales en los períodos de descanso.
Por el contrario, todavía existe
en el deporte amateur la idea de que el baloncesto es
un deporte no
excesivamente violento, por lo que el uso de estos protectores no es habitual
en ese ámbito. Sin embargo en el baloncesto son relativamente frecuentes las
lesiones en los dientes o la lengua, derivadas de impactos en situaciones del
juego como rebotes, bloqueos o saltos.
Las consecuencias de un fractura
dental irreparable (casi siempre en las zonas más visibles de la boca) suelen
ser catastróficas, obligando en la mayoría de las ocasiones a sustituirlos por
implantes, lo que añade al daño estético, y a veces funcional, el costo
económico elevado.
El sentido común nos indica que
es mucho más seguro, y más barato, utilizar un protector hecho a medida que
evite que, en caso de traumatismo, podamos sufrir esas lesiones tanto en
dientes como en la lengua.
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