Comienza el calor, estoy pasado de peso, me he propuesto adelgazar y hacer ejercicio: ¿cómo lo hago?
Si te digo que una mala condición física de base, un exceso de peso o tener hábitos tóxicos (fumar) son malas compañías en este propósito, ¿te anima o te desanima antes de empezar?
¿Necesitas ayuda?
En mi opinión para este primer paso un poco de prudencia, y tener claros algunos conceptos es suficiente.
Hacer ejercicio más intenso de lo que uno hace habitualmente, no siempre va acompañado del conocimiento claro de lo que se va a hacer, ni de la voluntad suficiente para llevarlo a cabo.
¿Cuál es la situación ideal?: ponerte
en manos de un médico y un preparador físico que puedan hacerte una evaluación
y darte una orientación sobre lo que puedes hacer. Si no es posible debes
plantearte como objetivo un plan de trabajo adecuado a las posibilidades reales
de tu organismo. Y si esto es
imprescindible para cualquier persona, mucho más cuando durante el año se lleva
una vida sedentaria: si fuerzas tu cuerpo más allá de sus rutinas, no dudes de
que éste te pasará una factura en forma de lesión o de otros problemas más
serios.
¿Sabes cuándo cazan los leones
(situación de máximo esfuerzo)?. Es lógico: cuando menos calor haga, dado que
van a poner sus cuerpos en una situación de máxima exigencia física. ¿Cuándo
iremos a correr o a caminar (según las necesidades), o cuando jugaremos al
tenis, o saldremos con la bici?. Efectivamente lo lógico será hacerlo en las primeras
horas de la mañana, tanto al aire libre como en interiores, evitando las horas
de más calor. Esto tiene mayor interés en las zonas de mayor humedad ambiental
(como las playas), ya que en ellas el mecanismo más importante de perder calor
como es la sudoración, se va a ver afectado. ¿Has pensado lo similar que es un
coche a tu cuerpo?. Nuestro cuerpo necesita perder el exceso de calor corporal
que aumenta cuando realizamos ejercicio físico (igual que el motor de un coche).
Por ello todo lo que altere nuestros mecanismos de perder calor puede dar lugar
a complicaciones como el golpe de calor (sobre todo en personas que no están
acostumbradas al ejercicio).
Ya sabes que la actividad física
de una determinada intensidad no debe realizarse en plena digestión (ello
condiciona una competencia entre nuestro aparato digestivo y nuestro músculos
que necesitan sangre para sus respectivo funcionamiento). Por ello un desayuno
ligero, con pocas grasas y una razonable carga de hidratos de carbono sería lo
ideal, y por lo menos 90 a 120 minutos antes del ejercicio.
Hablar de la hidratación es ya un
tema manido, pero aún necesario. Si perdemos líquidos habitualmente durante el
ejercicio, ¿no es lógico que se pierdan muchos más en períodos de calor? Beber
sin esperar a tener sed es una de las normas más básicas de la hidratación
deportiva.
Por último un aspecto que se
olvida con frecuencia o al que se le da poca importancia: el sol.
Al aire libre y en épocas debes utilizar
gafas con filtro ultravioleta (UV) adecuado a la actividad que estás realizando
(en Europa hay 5 niveles). Ojo, gafas
oscuras no es equivalente a adecuada protección solar. Protege la piel, (no corras
sin camiseta), con una crema con filtro solar en función de las características
de la misma. Por último cubre la cabeza, que es una parte fundamental en la
regulación de la temperatura corporal.