Los beneficios de una vida activa para la salud, entendiendo
como tal la práctica de ejercicio físico, se han divulgado desde hace décadas,
y se ha demostrado que los adultos sedentarios a partir de los 40 años experimentan
una pérdida de masa muscular anual determinada (variable según el individuo).
La pregunta por consiguiente es ¿si no he practicado
ejercicio físico hasta ahora, me sirve de algo comenzar a partir de esta edad?
Disponemos de información de que las personas que no han practicado
ejercicio físico de forma regular durante su vida y que deciden a iniciar esta
actividad a partir de los 40 años, consiguen reducir su riesgo de cardiovascular.
Si estos sujetos se vuelven muy activos a partir de esa edad, tienen hasta un 55
por ciento menor de riesgo de padecer enfermedad coronaria, con respecto a los
que han seguido siendo sedentarios (con independencia de otros factores de
riesgo individuales que tengan).
Además realizar actividades de resistencia, a partir de los
40 años, aumenta el tejido muscular y la capacidad para funcionar más
eficientemente en la vida diaria, observándose estos beneficios en todas las personas,
incluso a los 80 y 90 años.
Por tanto podemos concluir que el ejercicio físico regular
proporciona muchos beneficios, incluso si se comienza a practicar en los
últimos años de la edad adulta.
Deberíamos en consecuencia revertir la pregunta. La cuestión
no es si podemos hacer ejercicio físico a partir de los 40, la cuestión es que debemos
hacerlo.
Para ello un planteamiento sencillo será comenzar por
actividades aeróbicas como caminar, nadar, ir en bicicleta o correr, y
ejercicios de fuerza en los que utilicemos sólo el peso de nuestro propio cuerpo.
Como normas básicas:
-
comenzar con actividades de baja intensidad al
principio (preferibles aquellas actividades que puedan realizarse indistintamente
de forma individual o en grupo, ya que es un factor que fomenta en muchas
ocasiones la adherencia al ejercicio.)
-
ir aumentando intensidad y frecuencia de una
forma muy progresiva y respetando la adaptación de nuestro organismo
-
sobre todo los primeros días no abusar aunque
nos parezca que nuestro cuerpo puede dar más de sí.
-
practicarlo entre 30 y 45 minutos, unas tres
veces por semana, siempre teniendo en cuenta aspectos como la edad, peso y
condición física previa.
-
escucha a tu cuerpo
En caso de duda, dejarse guiar por un experto puede ser útil
en las primeras fases, sobre todo si se tiene poca experiencia personal en este
campo.
Cuidado, no todo es camino de rosas. A partir de los 40
aumenta el riesgo de lesiones, lo que desaconseja que quien no ha practicado
nunca actividad física, se inicie a partir de esta edad, con deportes
competitivos, donde el esfuerzo al que se somete al organismo puede ser
superior a la capacidad de adaptación del mismo.
Por ello hay que ser especialmente cuidadosos con el
calentamiento y los estiramientos, así como con la fase de vuelta a la calma,
para reducir este riesgo.
En todos los casos un reconocimiento médico es muy útil para
detectar problemas que puedan incidir en la actividad a realizar, además de
poder establecer márgenes de frecuencia cardíaca recomendable de forma
individualizada.
Es fundamental que cale en nuestra conciencia la idea de que
nunca es tarde para comenzar.