domingo, 30 de octubre de 2016

Deporte para discapacitados: un mundo apasionante y muy desconocido.

El deporte para discapacitados es a veces noticia por hechos ajenos al mismo, pero que adquieren más relevancia que su propia esencia.
Así el 8 de agosto de 2016 aparece publicada la siguiente noticia: “Competir o eutanasia: el dilema de la campeona paralímpica. Marieke Vervoort se plantea someterse a la muerte asistida después de los Juegos de Río, cuando se retire de la alta competición”.
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Marieke Vervoort sufre una enfermedad muscular degenerativa por lo que debe utilizar una silla de ruedas.
Marieke nació en Bélgica (país que por cierto tiene legalizada la eutanasia) y comenzó a jugar al baloncesto en silla de ruedas, luego practicó el buceo y la natación, pero finalmente se decidió por el triatlón donde ha alcanzado amplios éxitos deportivos, siendo campeona del mundo y llegando a participar en la prueba más dura (Ironman en Hawai).
Si el encabezamiento de la noticia no hubiese llevado incluida la palabra eutanasia, hubieran leído menos lectores la misma??.
Por desgracia creo que sí.
Los éxitos de Marieke (y de miles de deportistas con discapacidad) no tienen la misma capacidad de atracción que otros aspectos. Sin embargo el poder del deporte para un discapacitado puede exceder lo meramente físico. Marieke decía en la entrevista que “El entrenamiento es mi única razón para vivir”. “A pesar de mi enfermedad, he podido experimentar cosas que otros sólo pueden soñar. Cuando me siento en mi silla de carreras todo desaparece. Expulso los pensamientos oscuros, lucho contra el miedo, la tristeza, el sufrimiento y la frustración. Así es cómo he ganado las medallas de oro”.
Sin embargo la noticia derivó hacia los aspectos más negativos, la progresividad de la enfermedad, el dolor, la pérdida de la motivación….
Principio del formulario¿Algunos de vosotros ha visto una competición completa de discapacitados?.
Apasionante. Lo aseguro con amplio conocimiento de causa. Yo lo descubrí en el año 1990 y no he dejado de mantener una relación con él hasta hoy (https://twitter.com/caideporte).
En la televisión sólo vemos el momento de la competición, pero nos perdemos los prolegómenos: como llega el deportista discapacitado a la pista o a la piscina, como se desviste o se quita una prótesis, como se adapta a su silla o a su bici
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El entorno. Sí, un entorno mucho más ilustrativo que la propia competición (que ya lo es de por sí).
¿Pero alguno sabe cómo ha evolucionado del deporte para discapacitados (el término más ajustado es el de deporte adaptado y es lo que usaré a partir de ahora)?
La historia del deporte adaptado ha seguido una trayectoria ligada a la evolución de la discapacidad en el siglo pasado, y en nuestro tiempo ha ido ajustándose a las evoluciones tecnológicas de nuestra sociedad.
En su inicio, esta actividad física (ni siquiera era un deporte como tal con sus reglas) nació integrándose como un elemento terapéutico más en las monótonas sesiones de rehabilitación que seguían las personas discapacitadas.
A partir de su carácter lúdico y/o motivante, nació su utilización como “deporte recreativo” dentro del proceso de rehabilitación de los pacientes.
Ese es el verdadero germen de lo que hoy conocemos como deporte Paralímpico. Este deporte adquiere ya un carácter más integrador y competitivo, para llegar en nuestros días a adquirir un matiz de “deporte espectáculo” cuyo ejemplo más representativo son las paralimpíadas.
Los antecedentes del deporte para discapacitados no se pueden considerar como una actividad organizada.
Así el primer registro del uso de la actividad física en discapacitados se remonta a 1847, cuando se publicó en Austria un libro llamado "Gimnasia para ciegos”. Entre el 1888 y el 1900 se lleva a cabo en Alemania el Primer Programa de Deportes para Sordos.
Como digo el desarrollo del deporte adaptado (deporte convencional al cual se le adaptan las reglas, o las formas de realizarlo, para que lo pueda realizar una persona con discapacidad) se gestó tras la Primera Guerra Mundial. Lógicamente esta contienda bélica dejó secuelas físicas muy importantes en muchos soldaos, siendo los ciegos y amputados (no es preciso recordar el tipo de armas que, desgraciadamente, se utilizaron en la misma).
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Sobre todo en Alemania, se comenzaron a organizar pequeños grupos de ciegos o amputados de guerra, que utilizaban el deporte para superar, sobre todo, el trauma psicológico que supusieron sus lesiones.
A pesar de este inició, y otras actividades similares potenciadas en Inglaterra, no se alcanzó un verdadero desarrollo del deporte adaptado hasta el término de la Segunda Guerra Mundial.
La mejora de la supervivencia derivó en un mayor número de personas con secuelas físicas, adquiriéndose entonces una verdadera conciencia de la importancia del problema.
En EE.UU. se desarrolló el baloncesto en silla de ruedas, como no podía ser de otra forma, como primer paso de un deporte integrador para las personas discapacitadas, sin perder en ningún momento su valor como elemento rehabilitador, que persiste hasta hoy. En 1949 se realizó el 1° Torneo Nacional, formándose la N.W.B.A. (National WheelchairBasketball Association).
Pero existe un nombre propio por encima de todos los demás que es el del Dr. Sir Ludwig Guttmann (neurólogo y neurocirujano), que en 1.944 fundó el primer centro monográfico de lesionados medulares en el hospital Store Mandeville (Aylesbury –Gran Bretaña-).
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Su visión del problema le impulsó a introducir el deporte como complemento a la rehabilitación física de los parapléjicos. Guttmann pensó inicialmente en el deporte como elemento que le ayudaba a restablecer el bienestar psicológico y el buen uso del tiempo libre del paciente. Posteriormente comprobó los beneficiosos físicos y fisiológicos del mismo.
Como un punto de referencia necesario, decir que tras la Segunda Guerra Mundial, quizás la epidemia de poliomielitis de las década de los 50 fue el otro gran punto de inflexión del deporte en discapacitados por la gran cantidad de afectados, y con la característica de que en esta ocasión la mayoría eran niños.
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A partir de ese momento la evolución es imparable. En 1.952 se celebraron los primeros Juegos Internacionales de Store Mandeville, en 1.960 la primera Olimpiada de Minusválidos en Roma, y ese mismo año se fundó la ISOD (International Sport Organization for the Disabled), que sentó las bases del Deporte para amputados y ciegos (respeto la terminología de la época), y poco después para los paralíticos cerebrales.
Se habían establecido los cimientos para que se desarrollaran periódicamente los Juegos Paralímpicos.
A partir de entonces y con el paso de los años se crearon nuevas federaciones cuando tanto los ciegos, como los paralíticos cerebrales se desligaron de ISOD, creando IBSA (International Blind Sports Association) y CP-ISRA (Cerebral Palsy International Sports and Recreation Association) respectivamente.
En 1.989 se creó el IPC (ComitéParalímpico Internacional).
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En España  el Comité Paralímpico Español aglutina:
-       cuatro federaciones polideportivas, que se organizan en función del tipo de discapacidad (Federación Española de Deportes para Ciegos, Federación Española de Deportes de Personas con Discapacidad Física, Federación Española de Deportes para Discapacitados Intelectuales y Federación Española de Deportes de Personas con Parálisis Cerebral y Daño Cerebral Adquirido)

-       nueve federaciones unideportivas que cuentan con modalidades paralímpicas, como consecuencia del proceso de integración de los deportes practicados por personas con discapacidad en el seno de las federaciones unideportivas, primero a nivel internacional y ahora a nivel nacional (Real Federación Española de Ciclismo, Real Federación Hípica Española, Real Federación Española de Piragüismo, Federación Española de Remo, Real Federación Española de Tenis, Real Federación Española de Tenis de Mesa, Real Federación de Tiro con Arco, Federación Española de Triatlón y Real Federación Española de Vela)
-       federaciones deportivas no paralímpicas que cuentan con actividad de alta competición   para personas con discapacidad (Federación Española de Deportes para Sordos)
Os recomiendo sus imágenes y vídeos.
Os descubrirán un mundo desconocido.
El deporte adaptado.

sábado, 22 de octubre de 2016

Soy mujer. ¿Qué puede hacer por mí la actividad física?

Es ya un tópico (afortunadamente que lo sea) el valor de la actividad física como hábito saludable y elemento implementador de salud.
Pero no es menos evidente que todos los tópicos adquieren un carácter de desconocimiento profundo si no se analizan detenidamente.
Por eso aprovechando la lluvia de este sábado otoñal, me he planteado hacer un repaso (poco amplio pero basado en literatura científica) de algunos aspectos de este interés que para la salud de la mujer tiene la actividad física.
A partir de una cierta edad, puede ser que la falta de hábitos deportivos adquiridos en la juventud, dificulten que la mujer realice actividad física. Sin embargo hay un elemento que no se tiene en ocasiones presente, y al que no se le confiere el valor real que tiene para nuestra salud, y que es quizás uno de los hábitos saludables que practicamos sin saber que lo es. Hablo del baile.
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Sí, hasta en este campo se ha realizado estudios como el publicado en la revista Medicina Clínica en 2016, que analizó la presión arterial, la calidad del sueño y la calidad de vida de un grupo de 67 mujeres de mediana prehipertensas e hipertensas. El estudio (ensayo aleatorizado y controlado) comparó a un grupo sometido a un programa de terapia de baile específico y progresivo realizado durante ocho semanas (3 sesiones semanales), con otro que no modificó sus actividades habituales. El grupo que realizó la actividad de baile obtuvo una mejora notable en las mediciones de la presión arterial, la calidad del sueño y la calidad de vida en comparación con el grupo control.
Pero quizás uno de los aspectos más analizados en los últimos años en lo referente a la influencia de la actividad física sobre la salud, ha sido su influencia sobre el riesgo de desarrollar determinados tipos de cáncer.
Que la actividad física aeróbica tiene un efecto protector sobre el riesgo de desarrollar un cáncer de mama y que además en aquellas mujeres a las que se les ha diagnosticado un tumor de este tipo, esta actividad física mejora su pronóstico, coloca a este hábito saludable entre los factores que son modificables por las mujeres (como seguir la dieta mediterránea, acudir a las revisiones ginecológicas y realizarse las mamografías de 'screening' cuando corresponda), en clara oposición a los factores que se relacionan con el propio tumor o con nuestros genes y que no podemos cambiar.
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Como dato complementario un trabajo publicado en la revista Cancer Research en 2016, revela que la actividad física condiciona un menor impacto de los efectos secundarios de los tratamientos, pero también evidencia que en estas situaciones un elevado número de pacientes reduce sus niveles de actividad, lo que condiciona la aparición de enfermedades asociadas que empeoran su salud y su calidad de vida. Quizás uno de los aspectos más influenciables es la reducción de la fatiga crónica, uno de los efectos secundarios más habitual en pacientes con cáncer, mediante el aumento de la actividad física.
Hay que pensar que (si hablamos en general y no nos referimos sólo al cáncer de mama) un 18% de los casos de cáncer son evitables con una alimentación sana y 30 minutos diarios de actividad física moderada, como caminar, ir en bicicleta, bailar y subir escaleras. Tanto es así que el Código Europeo contra el Cáncer incluye a la actividad física entre las 12 recomendaciones para prevenir el cáncer.
Pero es que además hacer ejercicio de forma regular puede prevenir la aparición de enfermedades relacionadas con el consumo de alcohol como tanto en hombres como en mujeres como ha demostrado un estudio sobre 36.000 hombres y mujeres de más de 40 años publicado en el British Journal of Sports Medicine en 2016.
Si existe una enfermedad cuya incidencia es muy elevada en la mujer, ésta es la fibromialgia. La dificultad de encontrar tratamientos efectivos, pone en primera línea el estudio publicado en Archives of Physical Medicine and Rehabilitation en 2016, que ha demostrado que la natación es eficaz, al igual  que caminar, para aliviar el dolor y mejorar la calidad de vida de los pacientes con fibromialgia, poniendo al ejercicio aeróbico a la cabeza de cualquier tratamiento.
Y qué decir de la osteoporosis, que es otra de las patologías que provocan una gran incidencia de fracturas secundarias a la misma, además de dolor.
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En un estudio realizado en corredores de resistencia de largas distancias (maratón, media maratón y 10 km) publicado en 2016 en el European Journal of Applied Physiology, se comprobó un aumento de la densidad ósea del calcáneo. Esto sugiere que el entrenamiento de resistencia de carrera podría ser utilizado para prevenir el descenso progresivo en la calidad mineral ósea que sucede con la edad y sobre todo en las mujeres. Aunque será necesario seguir recopilando información al respecto, lo que sabemos seguro es que actividades como nadar o patinar, en las que el peso corporal y el impacto se reducen, no producen beneficios osteogénicos elevados, como la carrera. Gracias por su valoración
Usted valoróPor último un par de comentarios sobre la actividad física como hábito saludable en una situación muy específica de la mujer: el embarazo.
La práctica de una actividad física controlada durante el embarazo tiene un efecto beneficioso sobre la salud psicológica y emocional de la madre, pero también mejora su control corporal del equilibrio, la condición cardiorrespiratoria y ayuda a controlar el aumento de peso.
Además esta mejora de la condición osteomuscular reduce no sólo los dolores lumbares sino que ayuda a preparar al cuerpo de cara al parto.
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Por otra parte la actividad física moderada durante el embarazo puede prevenir la hipertensión gestacional. Un estudio publicado en el American Journal Obstetrics & Gynecology en 2016, demostró que las mujeres que no hicieron ejercicio tuvieron 3 veces más posibilidades de desarrollar una hipertensión gestacional que las que sí lo hicieron, así como 2,5 veces más riesgo de que el recién nacido tuviera un elevado peso.Gracias por su valoración
Usted valoróAdemás este ejercicio aeróbico durante el embarazo puede ayudar a prevenir la diabetes gestacional (que afecta entre el 4 y 12% de las gestantes), como evidencia un estudio de 2015 publicado en Medicine & Science in Sports & Exercise.
 
¿Y cuánto ejercicio debo realizar para obtener un beneficio para mi salud?
La última publicación de la American Heart Association en 2016, recomienda al menos 30 minutos de actividad aeróbica de intensidad moderada cinco días a la semana, sobre todo desde el punto de vista cardiovascular (o al menos 25 minutos de actividad aeróbica vigorosa tres días a la semana, o una combinación de los dos). Este estudio se realizó sobre 26.000 estadounidenses mayores de 18 años.
 
Conclusión
Como conclusión es imprescindible la información y educación desde la infancia, inculcando a nuestros niños los hábitos de vida saludables como la dieta mediterránea y el ejercicio físico, tanto en el ámbito escolar como en el familiar.
Pero cuidado, no todo es beneficio.
Hay que tener presente que hay aspectos que pueden ser perjudiciales y que debemos conocer y controlar.
 
Pero eso lo dejaremos para otro día.

jueves, 13 de octubre de 2016

¿Quién regula la información sobre salud que se emite en los medios de comunicación y en las redes sociales?

No puede discutirse que la ignorancia es un importante factor de riesgo para la salud. Que una buena cultura sanitaria en la población es un elemento de gran importancia tanto para mantener la salud como para gestionar la enfermedad, es algo avalado por la literatura científica en las últimas décadas.
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Un ejemplo claro puede ser los casos de difteria por falta de vacunación, que han reportado serias consecuencias para niños cuyos padres han tomado decisiones importantes para su salud sin disponer de una información adecuada.
Otra de las muestras de mayor presencia en la información sanitaria es todo lo referente a la alimentación, estando sometidos a una lluvia de información que nos inunda con datos cada vez más dispares y controvertidos, haciendo buena la frase de que lo que es bueno hoy es malo mañana.
Sin embargo el nivel de cultura sanitaria, al menos en nuestro país, ha dejado mucho que desear en los planes de educación a nivel escolar, siendo bajo el porcentaje de personas que son capaces de distinguir entre lo que es una vena o una arteria (por poner un ejemplo trivial).
En este contexto las redes sociales y las noticias exprés en los medios orales o escritos, se ha erigido en paladines de la educación sanitaria, luchando por llevar al oyente/lector la última noticia sobre salud, sin analizar la magnitud y veracidad de la misma, y sin valorar la capacidad de quien la recibe de distinguir lo importante de lo superfluo.
A lo largo de los recientes lustros han menudeado noticias sobre falsos trabajos que encontraron una relación entre la vacuna trivalente y un mayor riesgo de padecer autismo, el fraude de las células madre de Hwang Woo Suk (publicado en la revista Science), los falsos artículos del médico noruego Jon Sudbo sobre el cáncer de boca (uno publicado en Lancet), estudios sobre la respuesta de la leucemia a las citoquinas con datos falsos por Friedhelm Herrmann y Marion Brach, los falsos estudios sobre la obesidad y envejecimiento de Eric Poehlman (más de 200 artículos publicados durante dos décadas).
Estos casos han supuesto incluso el engaño a algunas de las mejores revistas científicas del mundo, en alguna ocasión, a pesar de sus estrictos métodos de selección de los artículos publicados.
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¿Es procedente que la información sanitaria se transmita a través de los medios de comunicación de masas?.
Una noticia que recientemente ha aparecido publicada es la existencia de una vacuna para el SIDA.
Sí, usted lee eso, y no va a pensar que no es verdad. De hecho asimilará esta información de una forma simple, teniendo en cuenta el aspecto positivo que además la refuerza.
Pero ¿está usted capacitado para analizar la noticia pasándola por un mínimo tamiz crítico?
Bajo ese titular, lo que se esconde es que en 2016 comienza el primer ensayo clínico de una nueva vacuna  terapéutica que imita la respuesta inmunitaria que en algunas pocas personas es capaz  de inhibir el virus sin tomar medicación.
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Pero de aquí a disponer de un arma terapéutica contrastada va un largo camino.
¿Es ético transmitir esta información a la población general cuando cabe la posibilidad de que el ensayo no alcance un final exitoso?.
¿Y entonces qué?
Además de todo ello, la información está salpicada de una profusa información sobre la respuesta inmunitaria de nuestro organismo con términos como mutación, virus, linfocitos T CD8, genética, antirretroviral, pandemia. Ello refuerza sin duda el carácter científico de la noticia, pero no se ha transmitido la información básica para poder comprenderla.
¿Qué es un ensayo clínico?
Los ensayos clínicos controlados son necesarios para la autorización de un medicamento, y se entiende como tales estudios clínicos en cuatro fases (I, II, III y IV).
  • Fase I: Constituye el primer paso en la investigación de una sustancia o medicamento nuevo en el hombre, proporcionando información preliminar sobre el efecto y la seguridad del producto en sujetos sanos.
  • Fase II: Se realiza en pacientes que padecen la enfermedad. Tiene como objetivo proporcionar información preliminar sobre la eficacia del producto, establecer la relación dosis-respuesta del mismo, conocer las variables empleadas para medir eficacia y ampliar los datos de seguridad obtenidos en la fase I.
  • Fase III: Son ensayos destinados a intentar reproducir las condiciones de uso habituales, realizándose en una muestra de pacientes representativa de la población general a la que irá destinado el medicamento.
  • Fase IV: Son ensayos clínicos que se realizan con un medicamento después de su comercialización.
Además estos ensayos exigen solicitudes de autorización dirigidas al Comité Ético de Investigación Clínica o a la Agencia Española de Medicamentos y productos Sanitarios (AEMyPS).
Quizás entiendas ahora mejor, que la noticia sólo habla de un medicamento que está en fase de validación, y que hasta que culminen al menos las tres primeras fases (posiblemente alrededor de 2 años) no se dispondrá de una información veraz sobre su utilidad o no.
Cambia bastante ¿no?.
Entonces ¿podemos considerar a los medios de comunicación como agentes de salud?
¿Es proporcional el interés de la población hacia la salud al incremento de noticias y espacios destinados a temas de salud en los medios?
Sí, soy consciente de que todos estamos protegidos por la Constitución, en lo que se relaciona con el «Derecho a la información veraz por cualquier medio de difusión», igual que el derecho a la Protección de la Salud, y que el temor a la pérdida de la misma es uno de los elementos que más preocupa a nuestros conciudadanos.
Sin embargo no debemos dejar de lado que si hace unas décadas la información llegaba sobre todo a través del médico, hoy en día esta información llega, de manera mayoritaria a través de las redes sociales y a través de programas dedicados a la salud en los medios de comunicación.
El problema fundamental de estos medios, cuando informan sobre la salud, es que pueden caer en el sensacionalismo con facilidad, o cuando menos en conclusiones erróneas sobre lo que se intenta transmitir.
Y siendo graves las anteriores, aún considero de mayor gravedad la excesiva simplificación de la información sanitaria, que puede dar lugar a la creación en la población de falsas expectativas sobre revolucionarios tratamientos.
Esto aspectos antes mencionados, han conducido al rechazo del medio audiovisual por gran parte del personal sanitario, al verse incapaces de participar en programas divulgativos por la dificultad de simplificar la información hasta un punto que pueda ser fácilmente entendible, sin cometer errores en la transmisión de dicha información.
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Por otra parte este exceso de información sobre temas de salud (que manía le tenemos los médicos en general a Google) condiciona en ocasiones la relación médico-paciente, al disponer éste de demasiada información, en ocasiones incorrecta, y mal comprendida la mayor parte de las veces, que supedita una oposición al criterio del médico al afrontar la prevención o el tratamiento de las enfermedades.
Si entendemos que la relación médico–paciente se basa fundamentalmente en la información, como va a sustentarse la misma si está cimentada, en estos casos, en una información obtenida a través de los medios de comunicación o redes sociales de una forma sesgada.
Pero hay que asumir cuanto antes que SI NO PUEDES CON LA RED, ÚNETE A ELLA. Cada vez son más los compañeros que, como yo, reconducen al paciente hacia las direcciones donde consultar en la red la información sobre su enfermedad. Por lo menos que consulten algo científico y no páginas de charlatanes. Yo por costumbre paso mi consulta con el ordenador conectado a internet, utilizándolo como un medio de información, a través de sus imágenes y textos que comparto con mis pacientes y que me permiten ser más didáctico.
Todos estos condicionantes antes expuestos han generado, con seguridad, que la relación prensa – profesionales médicos haya despertado recelo entre estos últimos hasta el punto de hacer que los médicos se sitúen a la defensiva cuando participan en entrevistas sobre asuntos médicos, en los medios de comunicación. En ocasiones, experiencias primeras en las que el periodista no se hubiera ceñido escrupulosamente a lo hablado en una entrevista, ni utilizara en la redacción los mismos términos científicos y médicos, han condicionado una gran reticencia a comunicar temas de salud los médicos. Es preciso tener en cuenta que el periodista trabaja con dos importantes restricciones: el tiempo de respuesta y el espacio disponible para plasmar la información, y ambas se confrontan de forma visceral con las características del trabajo del médico que precisa de tiempo y espacio para reflejar sus conocimientos con exactitud.
Esa concreción a la que está obligado el periodista le exige resumir, decidiendo incluir parte de la información y omitir otra por considerarla de menor valor, lo que puede ser mal entendido por parte del personal sanitario.
Nos queda un largo camino para conseguir que la información sanitaria huya de lo llamativo, de lo experimental y de los populista, para dirigirse a lo validado, útil y con amplia repercusión en la población general.

Ojalá lo consigamos.

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