La relación sistema inmunitario y
ejercicio físico, es uno de los aspectos más estudiados desde hace años, a raíz
de los hallazgos que relacionan a ambos.
El ejercicio implica una serie de
demandas para el organismo que dependen de la forma, intensidad y duración del
mismo. Lo importante es que todo ello, tiene una profunda repercusión sobre la
capacidad de respuesta inmune del deportista. La consecuencia es que la
capacidad de respuesta inmune, repercute sobre la salud y, el estado de salud,
sobre el rendimiento.
En este sentido, se conoce que el
ejercicio físico moderado estimula y potencia el sistema inmune, reduciendo la
inflamación crónica de bajo grado, pero también puede tener un efecto contrario
cuando el ejercicio es de alta intensidad.
Algunos de los efectos del
ejercicio físico sobre el sistema inmunitario son:
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La aparición de una leucocitosis (aumento de los
leucocitos) transitoria, más pronunciada en ejercicios máximos, y más acusada
en sujetos sin entrenar que en sujetos entrenados. Puede mantenerse hasta 24
horas después del ejercicio.
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También aumentan los linfocitos en el ejercicio
de corta duración, pero disminuye su concentración en el ejercicio intenso.
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La actividad fagocítica de macrófagos y
neutrófilos aumenta inmediatamente tras la realización del ejercicio. Estas
respuestas son menos marcadas en atletas de elite que en individuos no
entrenados. Por el contrario, la actividad fagocítica de los monocitos
sanguíneos desciende tras el ejercicio máximo de corta duración.
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También mejora de la capacidad microbicida de
los neutrófilos.
Algunos de estos cambios, están
inducidos por las que llamamos las hormonas del estrés (catecolaminas, ACTH y
cortisol), que participan en la regulación de los cambios en las cifras de leucocitos
y linfocitos. Teniendo en cuenta que dichas hormonas aumentan durante el
ejercicio físico, la relación es evidente.
Debemos partir de que el
ejercicio intenso, induce respuestas inflamatorias transitorias en los músculos
ejercitados, que a su vez ejercen un papel esencial en la adaptación al
ejercicio.
Pero si estas reacciones
inflamatorias son demasiado intensas pueden condicionar un efecto contrario.
Puede ocurrir que si la intensidad de la inflamación es muy elevada, puede
generar una repercusión sistémica, que cuando es intensa y mantenida en el tiempo,
altera la capacidad inmune, pudiendo conducir a situaciones de inmunosupresión
(es decir un funcionamiento deficitario de nuestro sistema inmune).
La fiebre por las carreras de
larga distancia, que está dominando nuestra sociedad, hace que la población se
someta muchas veces a esfuerzos que pueden llevan a su organismo a un extremo
que puede resultar peligroso.
De hecho sabemos, que 3 horas
después de una maratón hay un aumento significativo de una serie de moléculas
proinflamatorias. Este aumento es mayor en aquellas personas que alcanzan un
mayor nivel de fatiga al final de la carrera. A las 48 horas algunas de ellas
se han normalizado, pero no todas. Todo este proceso influye en la función
inmune de estos corredores. Insisto, mayor efecto a mayor distancia recorrida,
y en particular en los que tienen un menor nivel de entrenamiento.
Todos estos conocimientos sobre
la relación entre el sistema inmunitario y el ejercicio físico, ha inducido al
estudio de la posible repercusión del ejercicio físico sobre el desarrollo y
evolución del cáncer. Múltiples estudios avalan una cierta tendencia a que las
personas que realizan actividad física continuada, presenten menor incidencia
de determinados tipos de cánceres.
Por ejemplo, un estudio realizado
con ratones (publicado en Cell Metabolism en 2016), demostró que los que
pasaron mucho tiempo corriendo en una rueda, presentaron una reducción del
tamaño del tumor de hasta el 50% del mismo, en comparación con el resto de
ratones menos activos. Los autores atribuyen este efecto a que el aumento de la
adrenalina que se produce durante el entrenamiento de alta intensidad, ayuda a
movilizar determinado tipo de células de nuestro sistema inmune, las llamadas
NK (natural killer) que destruyen
células tumorales. Están células se movilizaban hacia tumores que se habían implantado
en estos roedores en pulmones, hígado o piel.
Es conocido que la infiltración
de estas células inmunes (NK) puede controlar el tamaño de los tumores, por
ello su movilización hacia los mismos por el efecto de la adrenalina, adquiere
especial interés como efecto derivado por el ejercicio físico.
Pero este estudio aportó otro dato
de interés, que es la participación de la IL-6 en este proceso. La IL-6 es una
molécula que se libera a partir de
tejido muscular durante el ejercicio, y que parece ejercer un efecto de guía de
las células NK hasta los tumores (actuando como si fueran un sistema de señalización).
Por otra parte deben comprobarse
estos efectos en el ser humano, y quedará por definir la intensidad de
ejercicio necesaria para alcanzarlo. De momento los datos disponibles, sugieren
que es necesario un ejercicio de alta intensidad que genere una liberación
importante de adrenalina, sugiriendo la realización de ejercicio intenso
durante 10 minutos diarios.
Además de trasladar estos resultados
a los seres humanos, quedaría por determinar los efectos que puede tener la combinación
de tratamientos contra el cáncer y el ejercicio sobre los pacientes.
En este sentido no puedo dejar de
mencionar el reciente trabajo de uno de nuestros mejores investigadores en
ejercicio y salud, el Dr. Alejandro Lucía Mulas. Se trata de un estudio sobre
los efectos del ejercicio físico en pacientes pediátricos con tumores sólidos,
que ha obtenido el Premio Nacional de Investigación en Medicina del Deporte que
convoca la Universidad de Oviedo. En el trabajo se han estudiado los efectos del
ejercicio físico, realizado en régimen intrahospitalario, en niños con diferentes
modalidades de cáncer que estaban siendo tratados con terapias muy agresivas y
debilitantes. El estudio ha demostrado que este programa, de ejercicio intrahospitalario,
incrementa la fuerza muscular sin afectar negativamente a la función del
sistema inmunitario.
Aunque los estudios publicados en
la literatura científica, todavía no permiten disponer de datos suficientes,
hasta ahora sugieren los resultados un papel del ejercicio físico en la
disminución del riesgo de padecer hasta 13 tipos de cáncer.
Pero el efecto del ejercicio
físico sobre el sistema inmunitario, no se reduce sólo a estos aspectos. Otro
estudio (publicado en PLoS Biology en 2015), demuestra el efecto del ejercicio
aeróbico sobre algunos cambios cerebrales que se relacionan con el envejecimiento.
Este estudio (realizado también en ratones) evidencia que en estos animales,
cuando corren con regularidad, se produce a nivel cerebral, entre otros
efectos, un aumento en la densidad y la activación funcional de las células
inmunes conocidas como microglía. Estas células con células fagocitarias que limpian
el cerebro de agentes infecciosos y células dañadas. ¿Qué consecuencias puede
tener esto en el ser humano a la hora de influir sobre determinadas
enfermedades neurodegenerativas?
En resumen, el ejercicio físico
puede inducir efectos beneficiosos y perjudiciales, sobre la capacidad de
respuesta de nuestro sistema inmunitario.
La actividad física ligera
estimula ciertas funciones inmunes, que por el contrario, son inhibidas por la
actividad física extenuante.
El ejercicio intenso y de larga
duración, produce un cuadro de respuesta aguda, e incluso, una inmunosupresión
que puede llegar a comprometer la salud del deportista y su rendimiento. En los
casos más severos, los atletas sufren una susceptibilidad aumentada a las
infecciones.
Si a todo ello le aunamos otros
factores asociados al ejercicio intenso (sobre todo mal controlado), como el
estrés psíquico, la nutrición inadecuada o la pérdida de peso, se puede
producir un efecto sinérgico sobre la inmunosupresión causada por el exceso de
ejercicio.
Esto implica que, ante el elevado
estrés fisiológico al que nos sometemos en estas situaciones, sea importante un
entrenamiento previo prolongado, y un estricto respeto de los protocolos de
recuperación tras la carrera, 48 horas después de haberla terminado.
Espero haberos dado más motivos
más para practicar ejercicio moderado, con un buen entrenamiento y un buen
control.